Si uno mira las cabeceras de los periódicos de hoy, el día después del Debate del Estado de la Nación los diversos diagnósticos del resultado del "duelo" Rajoy/Rubalcaba son dispares.
Pero lo más notable no es esta disparidad, que entiendo dependiente de los intereses de la marca subyacente. Lo cruelmente evidente es la distancia entre los discursos voceados desde la tribuna y la realidad de los ciudadanos, con las honrosas excepciones de propuestas del PSOE o de Izquierda Plural.
La "calle" sigue enojada, de manera humana que no cabruna, reclama del gobierno comportamientos urgentes y contundentes, dado lo extremo de la situación, en el sentido de crear empleo, aliviar la deuda privada, recuperar educación y salud y facilitar el crédito.
Mientras esto no se recupera, tras la barbarie -ignorancia grosera de las reglas- a la que nos ha conducido el trato despótico del partido político en el poder, que no ha facilitado ni el debate ni el pacto, son necesarias ayudas a los ciudadanos, a expensas de restructurar el pago de la deuda pública en la cantidad y el tiempo, mejorando los ingresos del estado con una clara fiscalidad distributiva sobre el 20 % de los ciudadanos que detentan la propiedad del 80 % de la riqueza, aplicando tasas sobre las transacciones que generan una riqueza virtual, fruto exclusivo de la especulación, sin valor añadido, y persiguiendo con clara decisión el fraude fiscal.
¿Qué padre no intentaría antes de arruinar a su propia familia, cumpliendo con su deber y emulando al Eneas que huye de Troya llevando a su padre Anquises al hombro y a su hijo Ascanio de la mano, aumentar sus ingresos y negociar con sus acreedores más plazo para saldar sus deudas, para no ver como los suyos languidecen, adelgazan y enferman? ¿No estará el gobierno cometiendo, a la manera del Saturno de Goya, un parricidio con sus propios hijos, los ciudadanos?
No cometan, gobierno del Partido Popular, tamaño dislate y busquen luz en esa Buena Nueva, inspiradora de sus estatutos, que propugna como valor fundamental y similar al del amor a Dios el amor al prójimo y hace que el buen samaritano ponga medios y tiempo para aquellos que corren el riesgo de quedar en la cuneta.
De producirse el deseable cambio de su política de mazazo neoliberal hacia un comportamiento acorde con la Doctrina Social de la Iglesia quizás podamos, algún día, disfrutar juntos de la beatífica visión de Dios en el Paraíso.