(En la imagen Sócrates en el Ágora, retazo de "La Escuela de Atenas" de Rafael)
En anteriores entradas en este blog me he manifestado crítico con la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado español, pero nunca, explícitamente, me he declarado republicano.
Por república entiende la Academia de la Lengua Española (RAE por sus siglas heredadas del Antiguo Régimen) aquella "organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos". Y siguiendo bajo el cobijo de la lengua aceptamos que ciudadano es el "sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país".
En este sentido quizás debería considerarme republicano, pero sin añoranza alguna por repúblicas anteriores, ni por sus signos. Hoy no sabría si escuchar respetuosamente la Marcha Granadera de la I República o el Himno de Riego de la II. Tampoco si saludar a la bandera "rojigualda" de 1873 o a la tricolor de 1931. Acaso no deba hacer nada de lo anterior.
En un anterior post a la disyuntiva entre monarquía -entendida como institución hereditaria y no a la manera de Aristoteles, elegible- o república contesté de manera asertiva: Democracia participativa y deliberativa.
Democracia en la que los ciudadanos podamos definir qué modelo de sociedad queremos, cuáles deben ser los fines a conseguir y qué medios utilizar, sin permitir que la inevitable y necesaria delegación se transforme en Nomenklatura (1), en casta (2), que en nombre de las razones de estado, olvida, una vez más, a los ciudadanos, de "quienes emanan los poderes del Estado".
La prudencia, el debate en la toma de decisiones, no enlentecen el buen gobierno. La gobernabilidad no puede permitir la comisión de actos arbitrarios de indeseables consecuencias que, en ocasiones, deberán resarcir gobiernos distintos de aquellos que los dictaron.
La cuestión es qué forma política de Estado nos podrá permitir a los ciudadanos el ejercicio de nuestros derechos y la intervención en el gobierno de nuestro país.
PS:
1. "José Antonio Pérez Tapias ha pedido a Pedro Sánchez que incluya en su propuesta de reforma constitucional la derogación del artículo de la estabilidad presupuestaria que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pactó hace tres años con el PP".
Ésa sigue siendo la primera pregunta a contestar que el periodista Agustín Baeza Díaz-Moreno formulaba a los candidatables del PSOE y que en el debate del siete de julio evitaron contestar Sánchez y Madina.
2. Mi Maestro de primaria insistía en la importancia de la gramática, en el uso correcto de las palabras, de la sintaxis y de la prosodia. Por ello algo chirría en mi interior cuando Pedro Sánchez, en sus ruedas de prensa, entrevistas y comunicados, usa y abusa de la primera persona del singular, olvidando que es el secretario general de una formación política cuya suma de militantes y simpatizantes es más que cualquiera de las individualidades que conforman su dirección.
El PSOE es una formación diversa donde conviven personas con distintas opiniones en el marco común del socialismo, incluso aquellas que no le votaron (51,6%) en las primarias del trece de julio, pero que todas ellas buscan la regeneración del centenario partido, en el que siguen creyendo.
Viene a cuento lo dicho en líneas anteriores: necesitamos menos yoismo y más participación y deliberación.
1. El término nomenklatura define una élite de la sociedad de la extinta Unión Soviética, formada casi exclusivamente por miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, que tenía grandes responsabilidades como grupo humano encargado de la dirección de la burocracia estatal y ocupaba posiciones administrativas claves en el gobierno, en la producción industrial y agrícola, en el sistema educativo, en el ambiente cultural, etc. obteniendo usualmente grandes privilegios derivados de la ejecución de dichas funciones.
http://es.wikipedia.org/wiki/Nomenklatura
2. ...grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás...