Los resultados de las recientes Elecciones al Parlamento Europeo siguen siendo, en las refrescantes tertulias estivales que tenemos en familia, el motivo principal de debate. Especialmente la radiografía del país que nos ha dejado la circunscripción única: España con un electorado que, superando a la derecha en el gobierno, reclama cambios hacia la izquierda y se aparta del bipartidismo que llenó la "primera transición".
La irrupción torrencial de Podemos ha traído a nuestra memoria ideas que permanecían adormecidas, quizás escamoteadas, por un curioso y pragmático (¿o interesado?) tránsito desde la Era de Franco, la Dictadura, a la instalación en un frágil y precario estado social y democrático de derecho. Estado pequeño burgués, satisfecho de sus logros, donde nuestro ejercicio de la democracia, como ciudadanos, ha quedado limitado a la emisión de un voto cada cuatro años; donde las decisiones políticas las toman, en última instancia, los intereses especulativos de bancos, empresas y particulares, en ocasiones disfrazados de benefactores.
Han quedado por el camino "el pluralismo político", "la formación y manifestación de la voluntad popular", "la participación política", "la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales" y la "estructura interna y funcionamiento democráticos de los partidos políticos, de las organizaciones sindicales y empresariales" -artículos 6 y 7 de la Constitución Española de 1978-.
Un título está siempre presente en nuestras disquisiciones: El Proyecto Esperanza, de Roger Garaudy: "Las alternativas que nos imponen o proponen los estados o los partidos no están a la altura de la crisis y no pueden resolverla". "Los pueblos se han hecho adultos".
No es de extrañar que entre los españoles cunda el disgusto, la indignación y la rabia. Es posible cambiar la vida, pero hagámoslo de manera saludable: Reconozcamos la diferencia del otro sin reproches, sin ánimo de venganza.
Ya tenemos normas escritas, vayamos a reformarlas y hacerlas cumplir, sin ira. Sepamos que habrá que odiar muchas cosas para no odiar a nadie.
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