Primaveras
siempre abundantes y satisfactorias. Las de la sangre alterada. Las
de las respuestas ciudadanas. Me sumerjo en la memoria y son cantidad
las efemérides primaverales. Acontecimientos de todos los colores y
en todos los sentidos, pero todos con germen de cambio.
Primavera de 2012: Sol, el del
quilómetro cero, el vórtice de la indignación y de la esperanza.
Suelo asfáltico sobre el que, contra todo prejuicio de parábola
evangélica, vemos germinar la semilla, que un año atrás se sembró.
Desde
el PP deslegitimación y ausencia de empatía hacia el adversario.
Insulto y demonización, necesarios para construir un enemigo antes
que permitir la autocrítica -polarización grupal y lealtad absoluta
hacia el propio grupo-. Desprecio del debate, de la puesta en común.
El déspota, que abusa de su poder, no necesita ni el pacto ni la
cortesía.
El
PSOE parece transmitir, ante la primavera de los indignados,
indiferencia. Se le percibe, en el medio luto, quizás encorsetado
por el reajuste de la organización,
dudoso ante formas de decisión asamblearia, no delegada. Aparece
como como si caminara de puntillas sobre el fenómeno de la
democracia real ya.
La
indiferencia no es real. Existen en el PSOE sensibilidad y
perspectiva suficientes para alinearse con los movimientos y
plataformas que surgen o puedan surgir. Tiene capacidad de
camaradería, de
relación cordial, y en el futuro ser capaz de liderar esta nueva
ola. Es capaz de presentar unas muy claras actuaciones en su
reciente Declaración
Política del Consejo Territorial del PSOE,
que recogen en esencia las propuestas
de los indignados.
En
esta situación cambiante, angustiosa y expectante de nuevos
escenarios, con la que está
cayendo, los ciudadanos,
conscientes de no ser los despilfarradores,
necesitamos saber hacia dónde nos dirigimos, saber para qué y para
quién crecemos. Queremos que nuestras vidas tengan un sentido y
nuestra historia una finalidad. Una historia hecha por todos y no
impuesta por algunos. Sueña la ciudadanía en una participación
política que permita la reflexión
sobre
los fines
de la sociedad y sobre los medios
necesarios para
lograrlos.
Es
posible dejar de ser dirigidos. Es posible hacerlo juntos y de manera
responsable.
¡Es posible cambiar la vida!
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