“No
nos debemos dejar engañar por la idea de que la crisis es algo
temporal. Hay que tener en cuenta el fondo de la cuestión: Todo ese
proceso que empezó en los setenta y que continúa acumulando riqueza
y poder político en unas pocas manos, al tiempo que recorta los
salarios y los derechos sociales a los de abajo, achacándoles la
culpa al gasto excesivo del Estado. Antes de la crisis de 2008, el
gasto estaba bajando en relación con el PIB y a partir de entonces
se dispara. Estamos ante una crisis de deuda privada y es el Estado
el que la asume con el dinero de todos. A este paso, el proceso de
concentración va a convertir al conjunto de la población en nuevos
siervos
de la gleba,
con una servidumbre por deudas”. Josep_Fontana,
en
Crónica Popular de 24 de enero de 2012.
En
la breve
carrera,
en el tiempo, extensa,
por su número, y densa,
por su contenido, de los Reales Decretos-ley promulgados por el
Gobierno del Partido Popular, presidido por el Excmo. Sr. Dn. Mariano
Rajoy, destacan por su contundencia en la agresión a derechos
fundamentales de los ciudadanos los de la reforma laboral, del
sistema financiero y del sistema sanitario.
Capítulo
aparte merecen los Presupuestos Generales del Estado para el año en
curso 2012, que complementan la vulneración de los derechos con
recortes económicos a aquello que ideológicamente repugna o no se
tiene como propio.
Por
si solos, sus autores podrían ser propuestos a la concesión del
premio Nobel de Química: Han sido capaces de transformar el
laborioso, largo y costoso logro de un estado de equilibrio social en
una mierda. Poco menos que la antinomia de la piedra
filosofal
o la capacidad del rey Midas.
No
lo hicieron peor ni Otto
von Bismark,
ni José
Antonio Girón de Velasco,
sin olvidar que bajo aquellas mejoras sociales subyacía el intento
de contener la conflictividad laboral y mantener en buen
estado
la maquinaria
humana
más
que el reconocimiento intrínseco de los derechos de las personas.
Deberían
llegar la Constitución de la Organización
Internacional del Trabajo
de 1919, Constitución
Alemana,
también de 1919, y la Constitución
Española de 1978
para que los derechos sociales lo fueran de los ciudadanos
y no dádiva displicente desde la opulencia, dudosamente ganada, de
los poderosos para los súbditos
o vasallos.
Siervos
de gleba,
payeses
de remensa,
adscritos hoy, de manera forzosa y hereditaria, no a las tierras de
otros sino a los ajenos deuda y déficit públicos de las entidades
financieras.
Entiendo
que los argumentos de la OIT o del ex-militante del PSUC Josep
Fontana resulten excesivamente laicistas para los castos oídos de
los militantes del PP por cuya razón me remito a su declaración
estatutaria, donde su partido “se
compromete
con el humanismo cristiano de tradición occidental y defiende la
dignidad del ser humano y los derechos y libertades que le son
inherentes”.
La
Doctrina Social de la Iglesia afirma que “el trabajo tiene una
prioridad con respecto al capital” y “en la reflexión acerca de
las relaciones entre trabajo y capital, sobre todo ante las
transformaciones de nuestro tiempo, se debe considerar que el recurso
principal
y el factor
decisivo
de que dispone el hombre es el hombre mismo”
Es
oportuno traer a colación un par de comunicados y un informe,
escasamente difundidos en los medios de comunicación: Uno “La
HOAC y la JOC ante la nueva reforma laboral”,
otro “No
podemos callar: La
injusticia y la pobreza van creciendo”
del
Foro Joan Alsina y el Informe “Exclusión
y Desarrollo Social”
de la Fundación Foessa.
Todos ellos, a la luz del
Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, analizan la
situación económica en nuestro país, atribuyendo a la
desregulación de los mercados financieros la causa de la actual
crisis, lease la avaricia rompe el saco, y criticando la
impertinencia e ineficacia de las modificaciones en las relaciones
laborales y en los recortes.
Es
bueno reconocernos iguales, a pesar de aparentes discrepancias, en
esa marcha que no tiene más propósito que defender la autonomía
del ser humano, donde la de cada uno es condición necesaria para la
de los demás.
P. S.: Si la asistencia
sanitaria queda vinculada a la condición de asegurado a la Seguridad
Social quiero que se me devuelva la parte proporcional de los
impuestos, IRPF, IVA, etcétera que contribuían a la universalidad
de la asistencia. Quiero, además, recuperar el céntimo sanitario de
la gasolina y las cantidades en concepto de ”contingencias comunes”
que dejaron de destinarse a la asistencia.
¡Ahí no es nada!
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