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viernes, 27 de abril de 2012

Payeses de remensa

No nos debemos dejar engañar por la idea de que la crisis es algo temporal. Hay que tener en cuenta el fondo de la cuestión: Todo ese proceso que empezó en los setenta y que continúa acumulando riqueza y poder político en unas pocas manos, al tiempo que recorta los salarios y los derechos sociales a los de abajo, achacándoles la culpa al gasto excesivo del Estado. Antes de la crisis de 2008, el gasto estaba bajando en relación con el PIB y a partir de entonces se dispara. Estamos ante una crisis de deuda privada y es el Estado el que la asume con el dinero de todos. A este paso, el proceso de concentración va a convertir al conjunto de la población en nuevos siervos de la gleba, con una servidumbre por deudas”. Josep_Fontana, en Crónica Popular de 24 de enero de 2012.

En la breve carrera, en el tiempo, extensa, por su número, y densa, por su contenido, de los Reales Decretos-ley promulgados por el Gobierno del Partido Popular, presidido por el Excmo. Sr. Dn. Mariano Rajoy, destacan por su contundencia en la agresión a derechos fundamentales de los ciudadanos los de la reforma laboral, del sistema financiero y del sistema sanitario.

Capítulo aparte merecen los Presupuestos Generales del Estado para el año en curso 2012, que complementan la vulneración de los derechos con recortes económicos a aquello que ideológicamente repugna o no se tiene como propio.

Por si solos, sus autores podrían ser propuestos a la concesión del premio Nobel de Química: Han sido capaces de transformar el laborioso, largo y costoso logro de un estado de equilibrio social en una mierda. Poco menos que la antinomia de la piedra filosofal o la capacidad del rey Midas.

No lo hicieron peor ni Otto von Bismark, ni José Antonio Girón de Velasco, sin olvidar que bajo aquellas mejoras sociales subyacía el intento de contener la conflictividad laboral y mantener en buen estado la maquinaria humana más que el reconocimiento intrínseco de los derechos de las personas.

Deberían llegar la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo de 1919, Constitución Alemana, también de 1919, y la Constitución Española de 1978 para que los derechos sociales lo fueran de los ciudadanos y no dádiva displicente desde la opulencia, dudosamente ganada, de los poderosos para los súbditos o vasallos.

Siervos de gleba, payeses de remensa, adscritos hoy, de manera forzosa y hereditaria, no a las tierras de otros sino a los ajenos deuda y déficit públicos de las entidades financieras.

Entiendo que los argumentos de la OIT o del ex-militante del PSUC Josep Fontana resulten excesivamente laicistas para los castos oídos de los militantes del PP por cuya razón me remito a su declaración estatutaria, donde su partido “se compromete con el humanismo cristiano de tradición occidental y defiende la dignidad del ser humano y los derechos y libertades que le son inherentes”.

La Doctrina Social de la Iglesia afirma que “el trabajo tiene una prioridad con respecto al capital” y “en la reflexión acerca de las relaciones entre trabajo y capital, sobre todo ante las transformaciones de nuestro tiempo, se debe considerar que el recurso principal y el factor decisivo de que dispone el hombre es el hombre mismo”

Es oportuno traer a colación un par de comunicados y un informe, escasamente difundidos en los medios de comunicación: Uno “La HOAC y la JOC ante la nueva reforma laboral”, otro “No podemos callar: La injusticia y la pobreza van creciendodel Foro Joan Alsina y el Informe “Exclusión y Desarrollo Social” de la Fundación Foessa.

Todos ellos, a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, analizan la situación económica en nuestro país, atribuyendo a la desregulación de los mercados financieros la causa de la actual crisis, lease la avaricia rompe el saco, y criticando la impertinencia e ineficacia de las modificaciones en las relaciones laborales y en los recortes.

Es bueno reconocernos iguales, a pesar de aparentes discrepancias, en esa marcha que no tiene más propósito que defender la autonomía del ser humano, donde la de cada uno es condición necesaria para la de los demás.

P. S.: Si la asistencia sanitaria queda vinculada a la condición de asegurado a la Seguridad Social quiero que se me devuelva la parte proporcional de los impuestos, IRPF, IVA, etcétera que contribuían a la universalidad de la asistencia. Quiero, además, recuperar el céntimo sanitario de la gasolina y las cantidades en concepto de ”contingencias comunes” que dejaron de destinarse a la asistencia.

¡Ahí no es nada!












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