Discrepar
y debatir no son incompatibles con acatar la Constitución y por que
acato la Constitución asistiré el próximo jueves a la sesión
solemne del Congreso de los diputados para presenciar la proclamación
y juramento del Príncipe de Asturias como rey Felipe VI.
El
pacto constitucional de 1978 tenía como propósito, desde la
aceptación de la Monarquía como forma política del Estado,
consolidar el estado social y democrático de derecho.
Hoy
el pacto está quebrado. Se hace necesaria, desde la madurez y la
responsabilidad ciudadanas, una reforma constitucional que nos
permita decidir sobre nuestras vidas y nuestra propia historia.
Una reforma
que blinde el estado de bienestar, prioridad de lo social sobre
lo contable -sostenible: para nosotros y las generaciones
venideras-, que consolide el modelo territorial autonómico y
su financiación, que desarrolle la participación ciudadana y
replantee la forma política del Estado.
Las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación deberán
permitir la participación de los ciudadanos durante ese tiempo de
reflexión y debate, para concluir en la preceptiva consulta
ciudadana: referéndum constitucional.
¡Ahí
no es nada!