Dedicado a Rosa María Diez, que me regaló el “Allegro ma non troppo” de C. M. Cipolla.
Nuestro trabajo parlamentario, desde la oposición, es infructuoso. El número de diputados del grupo mayoritario es superior a dos tercios del total de escaños. La aritmética es una verdad física que se impone crudamente.
Los diputados de las formaciones que no participan en el gobierno se esmeran, con ahínco, en llevar a cabo iniciativas legislativas y de control que no logran, tras un frustante debate, los votos necesarios para su aprobación.
Esta es una situación generadora de desasosiego que no aporta ningún tipo de beneficio a los miembros del Congreso. Tampoco los ciudadanos disfrutarán del posible beneficio que se seguiría de haberse aprobado sus iniciativas.
Aplicandanos, los miembros de la cámara, las "Leyes Fundamentales sobre la Estupidez Humana” de C. M. Cipolla podemos incluirnos en el cuadrante inferior izquierdo de las coordenadas donde las y son el beneficio personal y las x el beneficio de nuestros prójimos: Ninguna satisfacción para nosotros, ninguna mejora para los ciudadanos.
¿Somos los parlamentarios, quizás, unos estúpidos?
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