Noche en vela, ante el televisor y el transistor pegado a la oreja, para primero oír el mensaje tranquilizador del presidente de la Generalitat Jordi Pujol y, más tarde, el mensaje televisivo del rey Juan Carlos.
Aquello que definitivamente nos tranquilizó no fueron ni los mensajes ni las imágenes de detención de los asaltantes al Congreso de los Diputados, fue la absoluta normalidad de la mañana siguiente, el normal acceso de los ciudadanos a sus puestos de trabajo, con la interna convicción de que no podían con nosotros. Así se consolidaba la democracia recién estrenada.
Hoy, aunque lejos de intentonas golpistas, existe la amenaza, desde posicionamientos partidistas, de perder aquel talante de consenso, aquella certeza de que la democracia es obra de todos y de todos han de ser las soluciones a la crisis, sin excepción.
No permitamos, pues, aunque sea de manera simbólica, que suenen de nuevo, en este hemiciclo, los disparos de aquella tarde del 23 de febrero de 1981.
N. B.: Hoy conmemoramos la impresión por J. Gutenberg de la primera Biblia, 1455, traducida, unos años antes, al alemán por M. Luther. La sociedad alemana, cuya mayoría era analfabeta, pudo acceder gracias a esta traducción e impresión al conocimiento, a la información y a la educación en lengua vernácula.
Reivindico desde este blog el europeísmo de ambos: J. Gutenberg y M. Luther.
(*) Escrito desde el escaño 4805 del Congreso de los diputados, a escaso metros de donde se conservan los impactos de bala que se dispararon hace treinta y un años.
(*) Escrito desde el escaño 4805 del Congreso de los diputados, a escaso metros de donde se conservan los impactos de bala que se dispararon hace treinta y un años.
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